Historia

Un grupo de amantes de la Semana Santa pensaron en la idea de fundar una nueva cofradía para la ciudad que desfilaría en la tarde del Sábado Santo. Así se redactaron sus estatutos, que fueron aprobados en Junta el 22 de agosto de 1985 y ratificados por el obispo D. Mauro Rubio el 2 de enero de 1986.

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A partir de ese momento la cofradía empezó a buscar una imagen a la que poder dar culto. Se pensó en el Cristo de la Vela existente en la Iglesia de San Sebastián, pero su cesión resultó inviable debido al estado de conservación de la imagen, en la misma iglesia se encontraba el Cristo de la Paz, que ya desfiló con la desaparecida Cofradía de los Excombatientes, pero su cesión fue denegada por el Cabildo a pesar de la disposición favorable del párroco. Se visitaron otras parroquias de la ciudad, sin producirse resultados favorables para la hermandad.

La cofradía supo de la existencia en la Parroquia de Jesús Obrero, en el barrio de Pizarrales, de un crucificado había llegado hasta allí desde el Colegio de las Josefinas Trinitarias debido a la remodelación de su capilla. En aquel momento el párroco estaba pensando en trasladarlo a otra parroquia de la provincia cuando se presentó ante él la Cofradía. Explicado su proyecto la imagen fue cedida a la hermandad, que fijó su sede canónica en la parroquia. Al carecer la imagen de nombre se le llamó Cristo de la Vela, al ser el de la primera imagen en que se había fijado la hermandad para venerar.

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Desde un principio el barrio se volcó con la nueva cofradía, estando ésta fuertemente arraigada en la parroquia y barrio desde los primeros momentos.

En 1990, debido al número de altas se incorporó la imagen de la Virgen del Silencio para ser cargada por mujeres. Dos años antes se había incluido un paso alegórico portado por niños, llamado La Palabra de Dios.

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